Población aborigen de
Lanzarote
Antes de que se iniciara
la conquista de la isla, en 1402, Lanzarote se hallaba habitada por los majos,
pueblo de raíz bereber y origen norteafricano que habría llegado a la
isla en torno al año 500 a. C.
Los majos. Quiénes
eran y de dónde procedían
Aunque se ha popularizado
el etnónimo “guanche” como gentilicio de todos los aborígenes de Canarias,
que habitaban las islas con anterioridad a su conquista, lo cierto es que,
en sentido estricto, ese nombre se referiría exclusivamente a los indígenas
de Tenerife. Cuando el navegante genovés Lancelotto
Malocello arribó a Lanzarote a principios del siglo XIV, sus habitantes al
parecer se llamaban a sí mismos majos.
La llamada "quesera
de Zonzamas", conjunto de acanaladuras elaboradas por los majos
Está probado que los
primeros habitantes de la isla, como los del resto de Canarias, procedían
del Norte de África. En el caso lanzaroteño, existe una similitud en el
tipo de con el presente en el Atlas Medio y en otras regiones
de Marruecos.
En cuanto a las fechas
del poblamiento, la mayoría de las teorías apuntan a un momento próximo al año
500 a. C. En el caso de Lanzarote, la arqueología ha demostrado que
el horizonte cultural de los primeros pobladores de la isla se corresponde con la protohistoria del
noroeste africano, protagonizada por pueblos bereberes influenciados por la
cultura púnica, y quizás también por la latina.
Elementos culturales y
arqueología
El hábitat más
generalizado de los aborígenes canarios era la cueva, tanto natural
como construida artificialmente. En Lanzarote, sin embargo, el hábitat
predominante fueron los poblados en superficie. Los lugares de
habitación, agrupados en aldeas –de las que hay localizadas más de una
veintena-, tenían unas características muy peculiares en el contexto
arqueológico canario. Se trata de las llamadas “casa hondas”, denominadas así
porque el piso se halla excavado en la tierra, de modo que la mitad o más de la
habitación quedaría bajo el nivel del suelo. Junto a estas, algunos tubos
volcánicos eran utilizados como estancias, casi siempre de manera
ocasional.
La principal zona
de asentamiento aborigen correspondería con el área central de la isla,
conocida como “El Jable”.
En cuanto al mundo de
las creencias, parece que se trata de un pueblo monoteísta,
tal y como se desprende de algunas crónicas. En el resto de las islas también
está generalizado el culto a uno o dos dioses principales, asociados por lo
general al sol y/o la luna. Junto a estos, aparecen gran
cantidad de lugares sacralizados, así como síntomas de un culto a elementos de
la naturaleza, como montañas y acuíferos.
Los majos honraban
a sus difuntos, a los que enterraban en cuevas o en fosas, a través del ajuar
funerario compuesto por cerámica, material lítico, conchas y adornos.
La cultura
material es rica en cerámica elaborada sin torno, cuchillos
de obsidiana, morteros y tahonas de piedra y objetos fabricados con
huesos, así como adornos personales a base de piedras y material óseo.
Economía: la
subsistencia en la isla
La base económica de la
antigua sociedad lanzaroteña estaba representada por las
actividades agrícolas y ganaderas, complementadas con la
recolección de especies vegetales silvestres, la pesca y
el marisqueo, y la captura de pequeños animales del medio insular. La
agricultura era muy precaria, de tipo cerealista, basada en el cultivo
de cebada con métodos rudimentarios. Ésta era empleada para la
elaboración del gofio. La ganadería sería la fuente principal de recursos
económicos para los majos, dada la adaptación del ganado caprino a las
condiciones ambientales de la isla. La cabra, la oveja y
el cerdo son las principales especies domésticas presentes en época
aborigen, de las que se extraía carne, leche, queso (cuajada) y manteca. La
alimentación de los majos se completaba con un alto consumo
de mariscos (lapas y burgados, principalmente), con los
peces capturados de forma rudimentaria, la caza de aves (pardelas, hubaras)
y reptiles y la recolección de productos vegetales como los dátiles.
Organización
socio-política
Socialmente, el núcleo
fundamental de organización maja era la familia extensa, o el linaje, en
torno al cual se articulaban las actividades productivas y reproductivas. En el
momento inmediato a la Conquista, la sociedad maja habría iniciado su tránsito
desde un modelo tribal, escasamente jerarquizado y basado en las
relaciones de parentesco, hacia un modelo de jefatura, en que aparece la
figura jerárquica del “jefe”, con funciones redistributivas y poder sobre todo
el ámbito insular.
La conquista de
Lanzarote
Grabado de la expedición
de Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle a la Isla de Lanzarote
Ya en época medieval, en
torno a 1312, el navegante genovés Lanceloto Malocello redescubrió la
isla de Lanzarote para Europa y le dio su actual nombre, que aparece
por primera vez en el mapa portulano de Angelino
Dulcert en 1339. En 1377 el vizcaíno Ruiz de Avendaño,
comandante corsario de la flota castellana, naufraga tras una tormenta en la
isla de Lanzarote, donde es recibido por el rey Zonzamas, que le ofrece la hospitalidad
de lecho con la reina Fayna. De esta relación nace la princesa Ico, blanca
y rubia, madre del último rey de Lanzarote, Guadarfia. En 1393, el
noble castellano Almonáster llega a Lanzarote. Cuando regresa a la península
lleva consigo nativos y algunos productos agrícolas.
La conquista definitiva
de la isla se produce con la expedición de los mercenarios y aventureros
normandos Juan de Bethencourt y Gadifer de la Salle, al servicio
de Enrique III de Castilla. Cuando llegan a la isla en 1402 se
establecen en la Costa del Rubicón, en el sur de la isla, tal y como narra
la crónica normanda de la conquista de Canarias, titulada Le Canarien.
Se dice que lo que hoy es una zona desértica llamada Rubicón, estaba ocupada a
la llegada de Bethencourt por una espesa vegetación, que hizo que él y sus
hombres tuviesen que abrirse paso a golpe de machete. Después del intento
fallido de conquistar Fuerteventura, Bethencourth vuelve a Castilla y le
es otorgado el señorío de Lanzarote. Cuando regresa la resistencia de los
nativos ha sido reprimida a sangre y fuego por Gadifer de la Salle. Tras
sucesivos fracasos en la conquista de otras islas y dado el escaso interés
comercial que despertaba Lanzarote entonces, Jean de Bethencourt cede el
señorío de la isla a su pariente Maciot de Bethencourt. Los reyes Católicos
prohibieron que se capturase a los habitantes de las Canarias como esclavos.
Siglo XVIII
La erupción de Timanfaya
Timanfaya
«El día 1 de
septiembre de 1730, entre las nueve y las diez de la noche, la tierra se
abrió en Timanfaya, a dos leguas de Yaiza... y una enorme montaña se
levantó del seno de la tierra», según el testimonio del párroco Lorenzo
Curbelo. La isla se transformó por completo. Diez pueblos quedaron enterrados y
durante seis años la lava se extendió por la zona sur cubriendo un cuarto de la
isla y llenando las vegas cercanas de cenizas volcánicas. En 1824 de
nuevo comenzaron la erupciones en Timanfaya. Se produjeron terribles hambrunas,
ya que en esa zona estaban los cultivos de trigo, parte de cuya producción se
exportaba a otras islas, y buena parte de la población se vio obligada a
emigrar. Desde entonces el paisaje se ha transformado gracias a las técnicas
agrícolas de cultivo sobre lapilli (rofe) volcánicos que los
conejeros emplean para captar la humedad de los alisios.
Actividad económica
Durante la segunda mitad
del siglo XVIII se introdujo el cultivo de la barrilla o cosco, una
planta rastrera rica en álcalis que se empleaba para la fabricación de jabón y
la obtención de sosa. Tal fue la explotación de dicha planta que la iglesia
quiso establecer el diezmo sobre ella. Con ello, Lanzarote abandonó en parte el
modelo exclusivamente cerealista que había caracterizado su economía
desde la conquista. La exportación de la barrilla fue la causa del
paulatino crecimiento del puerto de Arrecife. Por otra parte, las
erupciones de Timanfaya, que supusieron un irreparable daño para las
fértiles vegas del suroeste de la isla, posibilitaron a la larga la
introducción en Lanzarote del cultivo de la uva. La sequedad del clima
lanzaroteño no permitía este cultivo. Sin embargo, el campesino isleño ingenió
un sistema de plantación en el que el manto de cenizas volcánicas sirve para
conservar la abundante humedad depositada durante la noche en forma de
«sereno». Del Mediterráneo oriental llegaron las viñas con las que se
fabrica el vino de malvasía, el preferido por el personaje de
Shakespeare Falstaff, vino que con el tiempo perdió su clientela inglesa.
Además, de América llegó
a Lanzarote el cultivo de la cochinilla en tuneras, la papa y
el tomate. La cochinilla fue durante algún tiempo una de la industrias más
importantes de la isla. Todavía pueden verse las plantaciones en los pueblos
de Guatiza y Mala. En cuanto a la pesca, fue siempre de bajura o
artesanal y litoral. No se llevó a cabo una actividad pesquera importante hasta
principios del siglo XX, siendo Cabo Blanco la zona predilecta de los marinos
conejeros.
1967-2008: la era del
turismo
En 1967 se
acababan de poner en marcha los dos primeros establecimientos turísticos de
la zona costera de Puerto del Carmen: el Hotel Los Fariones y el Hotel San
Antonio, a los que seguiría un Parador Nacional, en alguna época con un sólo
inquilino, funcionario médico en la isla. Estos dos primeros hoteles serían
testigos de la que posiblemente haya sido la mayor transformación experimentada
por Lanzarote a lo largo de su historia, pasando de ser una isla
subdesarrollada y sedienta, de campesinos, pescadores y emigrantes, a
convertirse, en unas décadas, en una potencia turística capaz de atraer a casi
dos millones de visitantes cada año, con un vertiginoso desarrollo demográfico
causado por una fuerte inmigración.
Manrique y los comienzos del turismo
Jardines en Los Jameos
del Agua, obra de César Manrique.
En 1966, el artista
lanzaroteño César Manrique regresa de su estancia en Nueva York y
se instala definitivamente en Lanzarote. Manrique se puso pronto en marcha
para generar las condiciones con las que la isla se transformaría en un destino
turístico respetuoso con su paisaje e identidad cultural, encontrando el apoyo
necesario en la figura del por entonces presidente del Cabildo, José
Ramírez Cerdá. El tándem César Manrique - José Ramírez, junto a la conciencia
social generada por el periódico insular "La Antena", hicieron
posible convertir, en una década, a Lanzarote en algo más que un destino
turístico de buen clima y playas, en donde el paisaje agrícola, la naturaleza
volcánica de la isla, la idiosincrasia del isleño, el arte y la arquitectura
tradicional se combinaron para crear una marca turística genuina. En 1968 se
había abierto al público el tramo visitable de la Cueva de los Verdes,
acondicionado por el artista Jesús Soto. Ese mismo año, Manrique inauguraría la
escultura "Fecundidad", o "Monumento al Campesino", en el
centro geográfico de la isla, junto a una Casa-Museo inspirada en la
arquitectura tradicional. A esta obra le seguirían las del Mirador del Río,
el Centro de visitantes de las Montañas del Fuego (Timanfaya), el Museo
Internacional de Arte del Castillo de San José y el acondicionamiento de
Los Jameos del Agua. De esta manera, cuando el turismo era aún
una actividad embrionaria, la isla supo dotarse de una red de centros en los
que arte y naturaleza se fusionaban para seducir al visitante extranjero. Todo
esto generó entre los lanzaroteños una conciencia ambiental que hizo merecedora
a la isla del título de Reserva de la Biosfera, otorgado por la Unesco en 1993.
Bibliografía:
http://es.wikipedia.org/wiki/Lanzarote#Historia